jueves, 14 de marzo de 2013

¿Por qué se da la reprobación?

Iniciaré con una anécdota.
Cuando cursaba mi educación superior en una ocasión estaba en la cafetería de la escuela junto con varios de mis compañeros de grupo. Uno de ellos se levantó de las mesas que ocupábamos y nos dijo que iría al departamento de psicopedagogía (orientación educativa) porque tenía un problema de reprobación que quería platicarle al psicólogo. Se fue y a los cinco minutos ya estaba de regreso. De inmediato alguien le preguntó:
-¿Qué pasó? ¿por qué tan pronto? ¿no encontraste al psicólogo?
-Si estaba- contestó, -pero no me gustó lo que me dijo.
-¿Qué te dijo?
-En cuanto llegué a su consultorio y le comenté que tenía problemas de reprobación me contestó.
-¡Pues ponte a estudiar!
Hubo risas, expresiones de disgusto y sorpresa entre los que estábamos ahí.
Después de un rato de diversión parodiando al Psicólogo inventando preguntas y respuestas de todo tipo, llegó la reflexión.
-Pero… ¿No te pregunto nada más? ¿algo que supusieras respecto de tu problema?
-No. Lo único que me dijo fue: ¡Ponte a estudiar! Por eso me levanté y salí del consultorio.

Me pregunto: ¿Cuántos psicólogos habrá así en las escuelas a los que no les interese ir más allá de lo evidente? Este tipo de respuestas podría darlas cualquier persona sin haber cursado siquiera la primaria.

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